“Todo autoridad tiene sus propias pesadillas, ningún rey tiene su conciencia en paz”.
(M. DUARTE)
Es un reto propuesto, y esto obedece ami formación, a mi condición ideológica de hombre de izquierda, que ha sabidoidentificar a los grandes males de nuestra sociedad actual para combatir aquienes los han venido alimentando desde cualquier instancia.
Cuando se tienen las ideas claras, nohace falta ejercer una militancia partidista o enlistarse en algún movimiento,basta la convicción, el conocimiento sociológico, el comportamiento político deactualidad, la responsabilidad social y también saber interpretar lasactividades de los actores y actoras que se cruzan en nuestro horizontedesempeñando el papel que se han propuesto. Por eso mucha gente que se hace denominarde “avanzada” o que en su momento tuvo algún discurso de pseudo izquierda, hoyha quedado al descubierto, convirtiéndose en mera comparsa humana,aprovechándose del momento y la posición que ocupa para beneficiar a susfamiliares, incluso a yernos, hermanas, entenadas y otros que forman parte delentorno familiar, sin el mínimo de pudor.
¿Dónde está la vergüenza? ¿Qué pasó conlos cuestionamientos que hacían a la derecha como perros rabiosos hace quince yveinte años? ¿Por qué se han vuelto descarados en el ejercicio de determinadasfunciones? ¿Quién les dijo que hacer política es codearse con la mentira? Ahorabrindan, compartes actividades, se dirigen la palabra por negocios y hastasueñan con quienes antes criticaban.
Ciertos individuos de dudosa condiciónhumana, con pálidas y aparentes características ideológicas de izquierda, hoyhan quedado al descubierto por sus comportamientos; algunos han alimentadotanto resentimiento que no falta alguien que lo combata y emita sus criteriosdesfavorables, o que no lo cuestione por obrar al margen de la transparencia.Es un descontento que incluso abarca a los círculos de la institución querepresenta, y eso es más avergonzante, porque si no se lo quiere ni se loacepta en la misma institución para la cual trabaja, significa que a lo mejorni en su casa o ex casa goza de las consideraciones y el respeto del caso.
Cuando esta clase de sinvergüenzas ydescarados lean estas líneas, probablemente van a entender que me refiero aellos, porque sus acciones los delatan con el perfil que expongo en el presenteartículo. Ellos saben que en el fondo tengo razón, que se graduaron deperversos, que se agrandaron con una minúscula parcela de poder que en elconcierto social no significa absolutamente nada.
Los verdaderos ideólogos no se esmeranpor desempeñar o se aferran a un cargo público, son los estrategas de grandescambios que favorecen a la sociedad, son los que actúan en función del pueblo,por lo que jamás se preocupan con favorecer en cargos públicos a los miembros desus familias. En cambio los falsos ideólogos son farsantes a sueldo, que no lesimporta traicionar a quien sea, se mueven con la astucia de la hiena, amenazancon enjuiciar a quienes los cuestionan como si fueran dueños de la verdad, dejueces y de las leyes.
Toda autoridad, sea hombre o mujer,tiene sus propias pesadillas, su propio infierno que lo atormentan en lasoledad de sus acciones. Ningún rey tiene su conciencia en paz. ¿Les permitirála avaricia o la lujuria del poder entender esto último?
Los falsos ideólogos no pasan a lahistoria, sus puestos siempre estará representado por aquel mítico personaje dela obra del gran Moliere, TARTUFO EL IMPOSTOR.
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